El arte, principio, no indicaba metodología.
La metodología, técnica, en mi no implicaba raíz.
La raíz, hunde la cabeza en el agua no vez nada donde atento recibes ondas musicales del vientre materno, interviene en la extensión de tus brazos y piernas.
Tus brazos y piernas, prolongaciones definidas en los trazos de tu pincel, podrán ser físicas o metafísicas. Procesos que se interrumpen cuando saltas a la piscina, desbordada la atención, la intención de imprimirse en el sello de tu rostro una nota de alegría.
Una nota de alegría, intromisión curiosa de niño en la pornografía, harto de adjetivos para externos, mejor no divulgarse y decir:
Hay que buscar un principio,
una metodología para el arte
donde la raíz sea toda atención, todos los sentidos abiertos
no melancolías abiertas de recuerdos maternales.
En diferencia, pero tampoco: Carpe diem.
Tus brazos y piernas para caminar, para saltar gratuitamente
a una piscina sin ningún deseo de buena caligrafía.
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