Mira, Ausente
no es tiempo para seguir acariciando el cielo.
Seguro es hermoso contemplar los atardeceres
verlos derramando tiranosaurios, gente cogida de la mano,
conejos,
entre avisos,
leves atisbos
de lo que guardan las estrellas,
de lo que espanta,
de lo que mueven las fuerzas,
de los ojos blandos que reinventan inventos
y de los ojos secos que revientan intentos,
de los pies ágiles, de los pies resueltos;
pueden ser asomos de comicidad,
pero sin tu complicidad querido Ausente
así mis manos filmen la sonrisas,
filmen seguros de lo que ven en las muñecas
y continúen con sus intenciones,
trágicas o cómicas
el mundo no se mueve lo mismo,
las tripas le empiezan arder
y reclaman un aviso,
una mínima señal para poderte atraparte,
regresarte,
compartirte, que me compartas, que te pueda compartir,
que vuelvas;
querido Ausente, los ojos blandos,
los temores, los tiranosaurios,
los enviones emisores,
te reclaman.
Es cuestión de dar el paso
atender donde se pone,
utilizar los dones.
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2 comentarios:
Quiero que hablemos, así usted no crea.
Y sabe qué?
Lo quiero.
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