Nunca pensé en poder trasladar esto a las palabras. Pero, ¿no es esto más que una ilusión? El ejercicio de ver, solo, a través de una ventana. Inevitable, vas a continuar hasta que el cuerpo no resista; de las ocho a las diez y de las cinco a las siete, cuando debo seguir el camino y perderme entre las ramas hasta el claro para dejar un plato de lentejas a alguien con el que has pactado nuestros días seguros. Acepte porque no tenia de otra, ni siquiera sé quien las come. Todas las tardes, a las siete, sopesando mi voluntad aparto las ramas rasguñándome y arranco a correr desenfrenadamente por un sendero como venas apretadas por la carne. Y de pronto, perfectamente limitado, un círculo donde coloco el plato. No reconozco el regreso, todo se vuelve fango, el bosque respira nirvana y el corazón rasga, me raspa la cabeza, la congestiona de naturaleza que lentamente se va derritiendo, el cielo derrama gases hasta mí y sin saber como, despierto luego en mi cama y tu, en la tina, limpiándote las heridas, me saludas como a un fantasma.
Debo intentar los ojos como diques. Limpiar el polvo y el moho que se acumulan en la ventana para poder consentirte desde lejos. Somos una especie de zombi viviendo en una casa donde por entre las baldosas resquebrajadas crecen flores silvestres que barremos sin consentimiento cuando nos da por limpiar. Aquí dentro, nos vamos pudriendo. Aquí donde las lagartijas y las chinas se matan entre ellas porque las moscas ya no llenan su apetito. Aquí donde la humedad, lagunas en el techo y en las paredes. Como putas pudimos acordar esto, este hibrido de filiación. Hay que buscarse un rincón escondido de la piel para poder respirar tranquilo. ¿No es esto más que una ilusión? No. En medio de la huida, esta vida fue lo que construimos. Seguros nos habíamos prometido jamás ser una pareja-charco, sí, estoy seguro, en el apartamento, protegidos de la peste. Y ahora, cuando te veo deslizar por el agua, olvidándote de los caimanes, pienso que para ambos los cuentos de Poe solo eran sublimes manifestaciones del inconciente.
Normalmente doy paso por paso los pasos, no evito ninguno, no tomo atajos, pero anoche, cuando las heridas de la voz, nirvana, cuando me rasparon la cabeza, el punto mas escondido, el mas oscuro entre toda la corteza cerebral, el que señala a mi cuerpo la continuidad del ritmo establecido, no respetó sus propias reglas y seguí parado, viendo como los árboles mientras se derretían, aprovechaban el gas para poder estirar en una especie de burbuja delgada sus xilemas, buscando la superficie y alimentarse misteriosamente antes de perder la sangre con la lluvia. Intentando evitar esas corrientes-ramas, pase al claro, que también se me tenia prohibido.
No me crees, te vale una mierda lo que diga. He clausurado mi palabra. Soy mudo. Soy mudo para ti y por consecuencia para el resto del mundo, porque en un pantano podrido y fétido, solo tú eres de mi mundo. Tú nadando como si así pudieras escaparte, como si cociéndome la boca, sí con c, porque la cebas con caricias y ojos que luego de todo siguen bonitos, como si fueras a comerla, pero luego la dejas esperando y entonces ella se queda esperando y prefiero callarla, para que el agua hirviendo no le queme mas la lengua. Entonces prefiero escribirte, así te vallas con la carta al agua y dejes a la tinta irse hasta diluirse.
Debo intentar los ojos como diques. Limpiar el polvo y el moho que se acumulan en la ventana para poder consentirte desde lejos. Somos una especie de zombi viviendo en una casa donde por entre las baldosas resquebrajadas crecen flores silvestres que barremos sin consentimiento cuando nos da por limpiar. Aquí dentro, nos vamos pudriendo. Aquí donde las lagartijas y las chinas se matan entre ellas porque las moscas ya no llenan su apetito. Aquí donde la humedad, lagunas en el techo y en las paredes. Como putas pudimos acordar esto, este hibrido de filiación. Hay que buscarse un rincón escondido de la piel para poder respirar tranquilo. ¿No es esto más que una ilusión? No. En medio de la huida, esta vida fue lo que construimos. Seguros nos habíamos prometido jamás ser una pareja-charco, sí, estoy seguro, en el apartamento, protegidos de la peste. Y ahora, cuando te veo deslizar por el agua, olvidándote de los caimanes, pienso que para ambos los cuentos de Poe solo eran sublimes manifestaciones del inconciente.
Normalmente doy paso por paso los pasos, no evito ninguno, no tomo atajos, pero anoche, cuando las heridas de la voz, nirvana, cuando me rasparon la cabeza, el punto mas escondido, el mas oscuro entre toda la corteza cerebral, el que señala a mi cuerpo la continuidad del ritmo establecido, no respetó sus propias reglas y seguí parado, viendo como los árboles mientras se derretían, aprovechaban el gas para poder estirar en una especie de burbuja delgada sus xilemas, buscando la superficie y alimentarse misteriosamente antes de perder la sangre con la lluvia. Intentando evitar esas corrientes-ramas, pase al claro, que también se me tenia prohibido.
No me crees, te vale una mierda lo que diga. He clausurado mi palabra. Soy mudo. Soy mudo para ti y por consecuencia para el resto del mundo, porque en un pantano podrido y fétido, solo tú eres de mi mundo. Tú nadando como si así pudieras escaparte, como si cociéndome la boca, sí con c, porque la cebas con caricias y ojos que luego de todo siguen bonitos, como si fueras a comerla, pero luego la dejas esperando y entonces ella se queda esperando y prefiero callarla, para que el agua hirviendo no le queme mas la lengua. Entonces prefiero escribirte, así te vallas con la carta al agua y dejes a la tinta irse hasta diluirse.
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