domingo, 31 de agosto de 2008

SÍ. ES VERDAD.

¿Bajo que sombra se esconde la voluble solubilidad de la distancia? Claro que me canso. Y los labios se me secan. La guerra es un trajín de impermeables. ¿Será un resguardo mi palabra? ¿O un acto de valentía? Lo que se desea a la par de la música. De decirle a tu primer amor, entre tragos, que todo si fue cierto, que acometer a las moscas en un papel blanco es delito y el delito del asesinato acarrea la muerte. Sostener también es estar vivo.

martes, 12 de agosto de 2008

contar Missisipis

Missisipi.

Irresistibles de las que no salimos.
Y apestan, como cebollas.

Uno, dos, tres, cuatro missisipis.
Extraña manera de contar la duración de los orgasmos.
Un missisipi: el rostro apagado de la actriz en el cielo de mi habitación blanca y acolchonada.
Dos missisipis: mis manos en el aire sobre la espalda de la actriz para que no escape.
Tres missisipis: mi cuerpo contra la cadera de la actriz amarrándola a la pata de la cama, aprovechando libertad de manos.
Cuatro missisipis: la actriz huye como arena manos en el aire en el cielo de la habitación.
Cinco missisipis: de nuevo la luz que escurriendo las paredes de la habitación. El cielo despejado.

Una carcajada ausenta el pánico.
Pasos de militar son de enfermera me dejan dormido.
Se reduce mi campo de visión a un hilo de sombras que actúan.
No siento dolor. Seguramente, aunque desde la primera vez lo olvido, me han insensibilizado.
Operan, estiran y amplían sus tijeras como aves finas.
Recortan mi pelo.
Dejan un pedazo compacto de ceniza. Un despojo de hombre.
Vulnerabilidad que parpadea, reconociendo el suelo frío, la textura de una piel pálida, como si fuera un niño.
Una cabeza de bebé armando los hilos de sombra, chupándose los dedos, hasta que vuelvan a variar el blanco de la cama, los pliegues de la colcha entre sus grises insustituibles.
Vuelvo de la más mórbida inocencia, la que inducen.

Cuando ladra la mañana.
Me dan una vuelta, los demás enfermos duermen, no asoma nadie a mi paseo matutino.
Brisa curvatura de las hojas.
Espolvoreado el cielo del color de las naranjas.
Admito el frío; una lengua que viene.
Los perros juegan con la falda de la enfermera.
Los perros lamen cariñosos mis dedos.
Extraña manera de alimentarme la mañana.

Una vez más me abandonan a merced de la boca blanca y princesa de mi habitación. Escribo una carta a mi padre, es un dibujo.


Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.